
En
pleno 2017, una radiografía de la situación todavía muestra un mundo
abrumadoramente desigual; un planeta que discrimina a la mitad de sus
habitantes y en el que ellas son mucho más vulnerables.
En el que cada 10 minutos una mujer es
asesinada a manos de su pareja o expareja, donde una de cada tres ha sufrido
una agresión sexual, ellas cobran menos que sus compañeros varones por un
trabajo de igual valor, y donde todavía hay países que impiden a las casadas
tener un pasaporte propio.
Por
eso, el 8 de marzo, día internacional de la mujer, organizaciones de todo el
mundo han llamado a secundar un paro laboral (parcial, en algunos casos) y
total de consumo y de cuidados. También a marchar para reivindicar la igualdad
real.
Con
el lema #nosotrasparamos #womenstrike #8MParo o #mujeresenhuelga han programado
paros y movilizaciones en unos 50 países, con especial fuerza en América
Latina, un continente con graves problemas de violencia contra las mujeres y
donde a raíz del movimiento Ni una menos, la lucha por la igualdad ha cobrado
fuerza.
Se trata de tratar de mostrar
—vestidas de negro o colores oscuros, además— qué ocurriría si desaparecieran
las mujeres. Si cesasen de trabajar, de consumir, de prestar sus cuidados. En
España, donde como apunta la Coordinadora Feminista de Madrid, las
organizaciones han llamado a vestir un brazalete morado para mostrar el apoyo a
la iniciativa.
El
paro será en la mayoría de las ciudades, como Madrid y Barcelona, el paro será
entre las 12.00 y las 12.30. Además, en algunos lugares habrá otro a las 18.00,
para coincidir con el acto internacional. A las 19.00 hay convocadas
manifestaciones en distintos puntos del país.
El 8 de marzo hay poco que
celebrar y mucho por lo que luchar, apunta Malgorzata Jonczy Adamska, psicóloga
y pedagoga de origen polaco que vive en Noruega y que, como muchas de sus
compañeras, va a secundar el paro. “Cada mujer y niña debe tener derecho a la
educación, a una vida sin violencia, acceso a anticonceptivos seguros y baratos
y al aborto seguro”, insiste.
Todo
empezó en marzo de 1857, cuando en el marco de la revolución industrial varias
mujeres salieron a protestar a las calles de Nueva York condenando las míseras
condiciones en las que trabajaban en el sector textil.
Mucho
tiempo después, el 28 de febrero de 1909, de conformidad con una declaración
del Partido Socialista, se celebró en Estados Unidos el primer Día Nacional de
la Mujer, que solo tuvo seguimiento en Nueva York y Chicago.
Un
año más tarde esta reivindicación llegó a Europa. En 1910, durante la II
Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas (en Copenhague) más de 100
mujeres de 27 nacionalidades distintas se manifestaron para reclamar los
derechos de la mujer y ayudar a conseguir el sufragio femenino universal.
Pero
si echamos la vista atrás, la lucha comenzó mucho antes. Ya en la antigua
Grecia, Lisístrata empezó una huelga sexual contra los hombres para poner fin a
la guerra; y en la Revolución Francesa, las parisienses marcharon hacia
Versalles para exigir el sufragio femenino pidiendo ‘libertad, igualdad y
fraternidad’.
Estos
fueron los inicios de la celebración internacional y aunque en su origen se
eligió esta fecha para reclamar la igualdad para la mujer trabajadora, en
concreto la igualdad salarial con respecto a los hombres, hoy en día las
reivindicaciones se han extendido a otros planos como el fin de la
discriminación por razón de sexo, la condena a la violencia de género u otros
actos machistas denunciados por numerosos colectivos, no solo feministas.
La
ONU señala que el objetivo de tener días internacionales es: “sensibilizar,
concienciar, llamar la atención, señalar que existe un problema sin resolver,
un asunto importante y pendiente en las sociedades para que, a través de esa
sensibilización, los gobiernos y los estados actúen y tomen medidas o para que
los ciudadanos así lo exijan a sus representantes”.
Cada
año, el Día Internacional de la Mujer tiene objetivos diferentes. El tema
central del Día Internacional de la Mujer de 2017, que se celebra el 8 de
marzo, será “Las mujeres en un mundo laboral en transformación: hacia un
planeta 50-50 en 2030”, dado que las nuevas tecnologías y su influencia en el
ámbito laboral conllevan implicaciones que afectan directamente a la mujer y a
su empoderamiento en el mundo laboral.
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