
Su
despido fulminante se produce apenas tres días después de que su despacho
publicara un reporte que registraba un incremento en las cifras de mortalidad
infantil, mortalidad materna y epidemias entre 2015 y 2016.
El
documento dado a conocer el lunes es el Boletín Epidemiológico, un informe de
frecuencia semanal que el Estado publica desde 1938, pero que permanecía bajo
embargo desde 2014 para, según voceros gubernamentales, evitar
“interpretaciones políticas”.
El
boletín difundido esta semana comprende información sobre las 52 “semanas
epidemiológicas” de 2016. Las estadísticas muestran que la mortalidad infantil
aumentó un 30%, mientras que la materna saltó a un 65%. Una enfermedad erradica
hace dos décadas, la difteria, reapareció en el territorio nacional, con un
poco más de 300 casos.
El paludismo se ha vuelto endémico con casi un cuarto de
millón de casos.
No
han trascendido las circunstancias políticas que permitieron que esa
información circulara, y si respondió a una determinación deliberada.
En
cualquier caso, queda claro que le ha costado el puesto a la ministra Caporale.
No es, sin embargo, lo que dice el decreto 2.448 de la Presidencia de la
República, donde se designa a Luis López Chejade como nuevo ministro de Salud.
De
acuerdo al decreto, la designación se hace “con el supremo compromiso y
voluntad de lograr la mayor eficacia política y calidad revolucionaria en la
construcción del socialismo y la refundación de la patria”.
El
nuevo ministro de Salud es farmacéutico y se desempeñaba desde 2012 como
director regional de Salud del Estado de Aragua cuando el hoy vicepresidente de
la República, Tarek El Aissami, era gobernador de esa provincia.
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