
Hay aspectos
sociales, como su impacto en la estructura y dinámica de las familias, en
hijos, hijas y parientes. Aspectos políticos, como el derecho al voto y a la
cedulación. Aspectos culturales, como el reconocimiento a los aportes a la
cultura nacional de nuestros intelectuales, artistas y escritores residentes
más allá de nuestras fronteras.
Pero bueno,
hoy nos concentraremos en la dimensión económica de las remesas. De acuerdo al
informe que acaba de publicar el Banco Central, el aporte del trabajo de
nuestros compatriotas a la economía nacional cerró, en el 2017, en un total de
1400 millones de dólares, en números redondos.
Para que se
lo retengamos en nuestra memoria: Un mil cuatrocientos millones de dólares
fueron los ingresos en remesas, en el 2017, de acuerdo con los registros
oficiales. Por supuesto, sabemos que la cifra es mayor, si consideramos el
valor de las encomiendas que en toda una diversidad de bienes nicas envían a
sus familias.
Quedémonos
con la cifra oficial. Esos 1400 millones de dólares supera el total de la
cooperación internacional que llega al país. Supera, también, el total de las
inversiones extranjeras que ingresaron en ese mismo año. Y representa más de la
mitad de los ingresos por exportaciones del país.
Hay otro
indicador de relevancia. Las remesas superan ahora el 10% del producto interno
Bruto. En cristiano ¿qué significa esto? En otras ocasiones hemos utilizado
ejemplos parecidos. Podemos verlo de la siguiente manera. De cada diez
tortillas que nos comemos, una es aportada por los nicaragüenses que residente
en el exterior. De cada diez pares de zapatos, uno es comprado con el aporte de
nuestros compatriotas.
Pero el
impacto de las remesas debemos analizarlo en un contexto más amplio.
Como se trata de dólares contantes y
sonantes, contribuyen a la estabilidad macroeconómica del país y al balance de
las cuentas externas. También contribuyen al crecimiento económico ya que uno
de los componentes del crecimiento es el consumo.
Y ya sabemos que la mayor
parte de estos recursos están destinados al gasto de las familias receptoras.
Para la comida, para la ropa, para los gastos del hogar, para la educación,
para medicinas. Sin embargo, la principal contribución es al alivio de la
pobreza. Está demostrado que las remesas familiares contribuyen más al alivio
de la pobreza, que las políticas y programas sociales del régimen.
Solo
imaginemos las siguiente cifras del mismo régimen: Más del 75% de la población
laboral se encuentra en la economía informal, esto es, ni siquiera ganan el
salario mínimo. Y, según las mismas cifras, más del 60% de la fuerza laboral se
encuentra en subempleo o desempleo. Qué tal la pasarían muchas de estas
familias sin la contribución del trabajo de sus parientes en el exterior.
Examinemos
más detenidamente de dónde provienen las remesas. Más de la mitad, el 55%,
llegaron con procedencia de Estados Unidos. 770 millones de dólares. Ese monto
creció de un año para otro en casi diez por ciento. De Costa Rica llegaron casi
300 millones de dólares. Uno de cada cinco dólares proviene de Costa Rica. Y
también crecieron. Siguen España y Panamá, también allí crecieron los flujos
provenientes de esos países.
El monto
promedio por envío es de 190 dólares. Una cifra que supera al salario mínimo
agrícola.
¿Cuáles son
los departamentos hacia donde llegan las mayores cantidades? En primer lugar
está Managua, después siguen Chinandega, Estelí, León y Matagalpa, en ese
orden.
Por
supuesto, en la otra cara de la moneda hay costos. Se va la gente joven y con
mayores niveles de educación. Queda también el costo de hogares desintegrados.
Y todos los sentimientos que genera el abandono del terruño.
Nos
corresponde pues reconocer y agradecer el trabajo y el sacrificio de nuestros
compatriotas residentes en el exterior.
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