
Como la
líder innata que es, Bianca Jagger inclina un poco su cuerpo hacia delante y
fija su mirada en el periodista cuando habla de los temas que más le apasionan.
A ella hay que convencerla de que cada pregunta vale la pena y que el tiempo
allí es una oportunidad para el medio de comunicación y no un favor para el
entrevistado. La activista sabe que no está allí para entretener a los
asistentes con anécdotas irrelevantes, sino para insistir en las denuncias que
ha hecho acerca de las violaciones a los derechos humanos en Nicaragua y
compartir su postura frente a otras realidades latinoamericanas.
Como mujer
ha tenido que superar el machismo histórico de la región para alzar su voz y
defender a la población vulnerable. Desde las redes sociales, desde su
fundación, desde escenarios políticos y desde festivales como el Hay , Bianca
Jagger tiene claro que más allá del lugar en el que la inviten a debatir, lo
importante es que más personas puedan sensibilizarse ante la realidad de
aquellos a quienes le están reprimiendo sus libertades individuales y también
incidir para que organismos internacionales actúen en la resolución de los
conflictos.
Su rostro
luce tranquilo y su tono de voz es firme cada vez que recuerda las injusticias
que ha tenido que presenciar. El movimiento preciso y sutil de sus manos
acompaña cada frase y demuestra que en su mente predomina la claridad que tiene
para ver el mundo en el que decidió vivir y en el que eligió ser algo más que
una simple testigo. Metro habló con ella, en el marco de este evento, sobre la
situación actual de Nicaragua, los derechos humanos y el activismo
contemporáneo.
Estuvo dando
unas declaraciones, hace poco, sobre las desapariciones y asesinatos en
Nicaragua. ¿Cuál debe ser el rol de las organizaciones internacionales (como la
OEA y las ONG) para incidir sobre esta situación y generar algún tipo de
cambio?
–La OEA en
estos momentos juega un papel extremadamente importante. No solo en Nicaragua,
también en Venezuela. Porque esta puede aplicarle la carta democrática a
Nicaragua. Sería muy importante. Sabemos que muchos países lo están apoyando,
pero que todavía hay ciertos países en Centroamérica y el Caribe que no están
de acuerdo, pero yo espero que tal vez se den cuenta.
Más, luego de haber visto
las declaraciones que hizo la delegación de la UE , donde dijeron de una forma
categórica que en Nicaragua nunca hubo un golpe de Estado, que en Nicaragua se
estaban violando los derechos humanos, que era necesario que liberaran a todos
los presos políticos y que era muy importante una reforma electoral para que
hayan elecciones libres adelantadas. Asimismo, que vean el reporte que hizo la
delegación de la OEA, donde declararon que en Nicaragua se estaban cometiendo
crímenes de lesa humanidad.
Quiere
decir: ya está claro que en el país, que el régimen sanguinario de Daniel
Ortega está cometiendo crímenes de lesa humanidad. Ya los reportes muestran que
ha habido más de 500 muertos en los últimos 10 meses. Que ha habido más de 3
mil heridos.
Que ha
habido cientas de desapariciones y más de 600 prisioneros políticos, entre los
cuales se encuentran, inclusive, menores de edad y jóvenes estudiantes, algunos
de ellos amigos míos, que están siendo torturados. Hay periodistas en las
cárceles que están ahí simplemente por su profesión.
No se les ha permitido ni
siquiera una visita, donde tienen a campesinos que están siendo torturados y a
jóvenes estudiantes en la misma condición que han logrado sacar cartas donde
describen los abusos de los que son víctimas. Hay más de 50 periodistas que han
tenido que huir de Nicaragua porque se les ha quitado la personería jurídica:
les han confiscado sus equipos, también su casa, los lugares donde trabajaban.
Asimismo, las organizaciones de derechos humanos importantes en el país han
tenido que huir porque también les han quitado su situación jurídica. Entonces
tienen una situación gravísima, donde los nicaragüenses han declarado una lucha
pacífica donde no tienen armas y tienes a un régimen sanguinario que, con su
Policía orteguista y los escuadrones de la muerte están asesinando a los
ciudadanos inocentes. En el país simplemente llevar la bandera es un crimen.
¿Cómo podría
tomar acciones la gente, aparte de las organizaciones internacionales?
–En
Nicaragua tenemos un ‘catch 22’, un gran problema, porque en el país no tenemos
líderes políticos. La única verdadera líder que yo he conocido en el país ha
sido “La Chica” Ramírez. Se encuentra actualmente en Costa Rica. Es una líder
campesina con quien yo marché en 2017, en lugares muy remotos. Los líderes en
Nicaragua han sido los estudiantes.
Los obispos, como Silvio Báez, al que están
persiguiendo y amenazando de muerte. Han sido los rectores de universidad, como
el padre Chepe de la UCA, que está siendo perseguido. Esos han sido los líderes
de Nicaragua, junto con los periodistas. Los partidos políticos ya no tienen
credibilidad; muchos de ellos se dejaron coaccionar por Daniel Ortega. Tampoco
lograron oponerse como debían a él. Y por eso necesitamos nuevos líderes
políticos. Esa es la diferencia por ejemplo con Venezuela, que tiene a Guaidó.
Hablando de
Venezuela, vemos que en el régimen actual se han dado denuncias varias de
violaciones a derechos humanos. ¿Cómo ve su situación?
–Con
respecto a Venezuela, espero que se llegue a una solución que no sea militar.
Estoy en contra de cualquier intervención militar de los Estados Unidos, pero
sí espero que hayan sanciones contra Maduro y contra su régimen despótico. Pero
allá existe esa diferencia: un líder que ha logrado cautivar a la población
venezolana y ha convencido a la comunidad internacional de que es importante
que le reconozcan como presidente interino. En Nicaragua, nosotros
desgraciadamente no tenemos petróleo.
Entonces la
atención hacia mi país es menor. Somos una nación más pequeña, sin este recurso
y que no recibe esta atención, aunque sí ha habido sanciones como las aplicadas
hacia algunos miembros del régimen de Daniel Ortega e inclusive a Rosario
Murillo, su vicepresidenta y esposa.
¿Cómo ha
sido su activismo y su proceso siendo una mujer en una región donde lo político
ha estado relegado hacia lo masculino por décadas?
–No puedo
negar que la discriminación hacia la mujer sigue latente, no solo en
Latinoamérica, sino en el mundo. Tenemos que luchar por reafirmar nuestra
identidad y por cumplir el rol que nosotras jugamos. Hace poco tuve una
entrevista y hablábamos de las redes sociales y el rol que yo juego en ellas.
Dije que para mí han sido instrumentales. Para defender los derechos humanos,
para dar voz a los defensores de derechos humanos en lugares remotos del mundo
como Brasil o Afganistán, Siria e Irak.
Esta persona me dijo: “pero es muy
fácil para usted hablar de ello desde la comodidad de su apartamento en
Londres”. Pero no. Yo he escrito desde mi cómodo apartamento en Londres, pero
he estado en Irak, Afganistán, Guatemala, Brasil, El Salvador, Honduras. Y
todos estos días he estado en Nicaragua.
El 30 de
mayo, el día de esa gran marcha, donde hubo una terrible matanza, donde Daniel
Ortega usó francotiradores contra la población, esta se estaba manifestando en
la marcha llamada “Marcha por las Madres de Abril”, que era para reconocer y
darles apoyo a las madres, cuyos hijos fueron asesinados en abril y mayo. Yo
estuve allí mientras estaban asesinando a los nicaragüenses y estaba allí con
un estudiante que ahora está preso y está siendo torturado.
No, no lo hago desde
la comodidad de mi apartamento. Hay 54 periodistas que han tenido que huir de
Nicaragua. Ellos son los que están escribiendo en redes sociales lo que está
pasando y yo estoy dándoles voz para tratar de ver cuáles son las informaciones
que son legítimas y creíbles para darles difusión en las redes para que los
medios lo incorporen.
En la región
se ven todavía, a pesar de las movilizaciones, femicidios y casos que conmueven
e indignan a la sociedad. ¿Qué hace falta para un cambio sustancial?
–Nosotras
necesitamos continuar con nuestra lucha, siendo más contundentes en nuestras
posiciones. Pero no solo lo veo en Latinoamérica.
En cada Día de la Mujer, he
dicho en discursos que debemos tener una revolución pacífica y ser cientos,
miles, millones de mujeres que nos unamos a esta lucha para lograr esta
igualdad de género donde las mujeres sean pagadas igual que los hombres y
tengan sus mismos espacios. Y que de esta manera no seamos consideradas como
“ambiciosas”, simplemente porque hay mujeres que quieren ocupar posiciones de
poder en gobiernos, instituciones y negocios.
¿Cómo pasar
de las redes a la acción concreta? Hemos visto ejemplos recientes, como los
Chalecos Amarillos, en Francia.
–Hay una
cosa que quiero aclarar al respecto de los Chalecos Amarillos: desgraciadamente,
ellos han permitido que grupos más violentos los coaccionaran o se unieran a
ellos. Yo hubiera esperado que ellos denunciaran esa violencia. En Nicaragua
hicieron el compromiso de no emplear la violencia. Que esto es una lucha
pacífica.
Ahora, ¿cómo hacerlo? Pienso que no solo es el trabajo que he hecho
en redes. También he hecho cabildeos a gobiernos, inclusive a miembros del
Gobierno de los Estados Unidos, Unión Europea, a diferentes líderes y
embajadores, con el alto comisionado de las Naciones Unidas. Continuamente
estoy dando conferencias en diferentes países para informar al público sobre
Nicaragua.
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