El callao Venezuela (Reuters) / - Las operaciones
financieras más exitosas de Venezuela en los últimos años no se han llevado a
cabo en oficinas de Wall Street, sino en las caóticas minas de oro del sur del
país.
Sumidos en
la peor crisis económica de la historia moderna venezolana, un ejército de
300.000 buscadores de fortuna se ha trasladado a la selva, que guarda en sus
entrañas la mayor reserva de metales preciosos del país, para ganarse la vida
removiendo la tierra.
Con picos y
palas ayudan a financiar al gobierno de Nicolás Maduro , que desde 2016 compró
17 toneladas de oro, valoradas en 650 millones de dólares, según los datos más
recientes del Banco Central de Venezuela (BCV) a mayo.
El esfuerzo
de los mineros artesanales, como los define el gobierno, se tradujo en vitales
divisas para que la gestión del presidente Maduro financie importaciones de
alimentos y productos básicos que escasean en Venezuela, aunque ellos reciban
su pago en la deprimida moneda local.
Pero Estados
Unidos está dispuesto a detener ese comercio de oro a fuerza de sanciones e
intimidación. La Casa Blanca presiona incluso al Banco de Inglaterra para que
no libere unos 1200 millones de dólares en lingotes de oro que Venezuela
mantiene en sus bóvedas.
Funcionarios
de Estados Unidos criticaron recientemente a una firma de inversión con sede en
Abu Dhabi por comprar oro venezolano, y advirtieron a otros operadores
extranjeros de abstenerse de negociar más barras con Maduro.
Un envío de
oro desde Venezuela a Emiratos Árabes Unidos se canceló hace unos días. Noor
Capital, una firma de ese país, señaló que no tenía previsto hacer nuevas
compras, tras haber adquirido tres toneladas de lingotes en Caracas el 21 de
enero.
Aunque la
política de compras de oro de Maduro es bien conocida, hasta ahora no quedaba
claro cómo se ejecuta. Reuters rastreó el camino que sigue el oro desde las
polvorientas minas del sur hasta las bóvedas del Banco Central en Caracas, para
más tarde ser enviado a refinerías en el extranjero a cambio de alimentos.

En
pantalones cortos y sin equipo de seguridad, Aular trabaja 12 horas diarias
cargando bolsas de tierra que procesa en un precario molino, donde usa mercurio
para amalgamar las partículas de oro, sin importar lo tóxico que su método le
resulta. Los accidentes son comunes en las zonas donde mueven las arenas o en
las máquinas donde las procesan para conseguir oro, según relatan los mineros.
También los enfrentamientos con armas de fuego y los maltratos.
Los mineros viajan
a la población de El Callao para vender sus pepitas, la mayoría a comerciantes
sin licencia, que operan en diminutas tiendas protegidas con alarmas y puertas
de acero. "El Estado, todo el mundo está comprando oro, porque es lo que
está dando", dijo Jhony Díaz, un mayorista de la ciudad industrial de
Puerto Ordaz, a unos 171 kilómetros de El Callao.
El gobierno
de Maduro logra adquirir el oro a través de intermediarios porque ofrece un
precio por encima del mercado, la única forma de competir con los contrabandistas
que sacan del país buena parte de los metales preciosos.
Las piezas
compradas por el gobierno se funden en los hornos de Minerven, la empresa
minera estatal, según un empleado de alto rango. Luego las barras se
transportan a las bóvedas del Banco Central de Venezuela en Caracas, a 843
kilómetros de la planta en El Callao.
Aún cuando
las reservas de oro del Banco Central se han desplomado a sus niveles más bajos
en 75 años, el gobierno optó por vender todo el oro minero para pagar sus
facturas y también parte de sus lingotes de máxima pureza.
El principal
comprador del oro es Turquía . El gobierno luego usa parte de los ingresos para
comprar bienes de consumo masivo.
Los paquetes
de pasta turca y leche en polvo ahora forman parte de las cajas de alimentos
que distribuye Maduro en su programa de subsidios. El comercio entre ambas
naciones se multiplicó ocho veces el año pasado.
Incluso los
críticos de Maduro reconocen que el plan de vender oro le resultó un buen truco
de alquimia: pagaron a mineros sin papeles en la depreciada moneda local y a
cambio obtuvieron metales preciosos que vendieron a 10.000 kilómetros.
"El
gobierno optó por sumergirse en operaciones oscuras y mecanismos inusuales de
intercambio comercial", dijo el economista y diputado opositor venezolano
Ángel Alvarado. "Lo hacen por la desesperación de mantenerse en el poder a
toda costa".
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