
Por otro
lado, esos mismos “vendedores de humo” anunciaban los grandes proyectos que
iban a transformar al país (refinería, fábricas de urea, textileras, aluminio,
vacunas, Tumarin, canal interoceánico, etcétera), que al final del camino no se
hicieron. Estos “vendedores de humo”, se dedicaron a mal invertir el dinero del
convenio petrolero con Venezuela, al despilfarrar los bienes del país y a
enriquecerse al amparo del poder.
El nivel de
corrupción que hemos ido descubriendo nos preocupa, por el grado de
descomposición sociopolítica de las elites, por los niveles de destrucción de
los recursos naturales/ambientales (bosques, agua potable, biodiversidad,
etcétera), y sobre todo por la destrucción del tejido social y moral provocada
en el pueblo. Junto con la corrupción, la arrogancia y los mediocres resultados
en la transformación de la matriz económica, los gravísimos errores políticos
de un gobernante que no escucha a nadie; todo ello apolilló, poco a poco, al
régimen autoritario.
El país no
camina cuando no se puede proteger a los grupos vulnerables, cuando hay un
número de población en edad de trabajar que no tienen un trabajo digno. El país
no camina cuando puede crear solamente unos 40 mil empleos por año, lo que
significa que unos 60 jóvenes nicaragüenses incrementan cada año la
informalidad laboral. El país no camina cuando el régimen reprime a la
población por reclamar sus derechos constitucionales.
Por la falta
de trabajos, muchos maestros, arquitectos, abogados, ingenieros,
administradores de empresas, etcétera; trabajan en las zonas francas, son
taxistas, cajeros en los bancos, etcétera. Esa es la realidad que estaban
viviendo los jóvenes universitarios recién graduados y la juventud en general
antes del 18 de abril de 2018. Después del 19 de abril, por la represión
generalizada, las condiciones de los jóvenes se han deteriorado aún más.
Las crisis
sociopolíticas pueden ser como los tsunamis, una falla de lejos de la costa
puede producir un maremoto. Así se comporta el mundo de la política nacional,
cualquier falla en el sistema se multiplica como un terremoto que se expande a
las diferentes instituciones produciendo una crisis sociopolítica de mayores
proporciones en relación al hecho inicial.
Publicar un comentario